Manejo Integral del Fuego: Trayectoria de la Estación Ecológica Serra Geral do Tocantins (2001 a 2020)

Resumen

La idea de que el fuego actúa como un factor clave en términos ecológicos y evolucionarios en sabanas tropicales y que por esto necesita ser mejor comprendido y utilizado en el manejo de áreas protegidas es bien aceptada actualmente. Entretanto, muchas son las barreras para su adecuada incorporación en las prácticas cotidianas. Por muchas décadas, ha prevalecido la promoción de la exclusión del fuego de las áreas naturales – el fuego como un mal – movilizando elevadas inversiones en personal y equipamientos. Repetidas veces, este manejo resultó en incendios severos, debido a la acumulación de combustible. Adicionalmente, crecían las denuncias acerca de importantes impactos sociales, especialmente sobre los pueblos tradicionales. La inevitabilidad de los incendios en este contexto llevó a una aceptación del uso del fuego en algunos casos, casi exclusivamente para evitar incendios catastróficos – el fuego como un ‘mal necesario’. Un tercer entendimiento, ganando más espacio cada año, es del fuego como necesario tanto para la biodiversidad como para la gente que vive en ecosistemas que han evolucionado con el fuego. En tal contexto socio-ambiental, siempre complejo, la definición de metas y de estrategias de manejo deben alcanzarse en ambientes y procesos multi-actores. El enfoque de este desafío a menudo se denomina comúnmente Manejo Integrado del Fuego (MIF), y debe haber adaptación para cada realidad. En Brasil, el cambio de paradigma desde la exclusión del fuego hasta el MIF no debería ser narrada sin la experiencia de la Estación Ecológica Serra Geral de Tocantins. Esta es una reserva de 700.000 hectáreas, en el corazón de la sabana brasileña, el Cerrado, e hay sido creada en 2001 como un área de protección estricta. Una década de manejo con políticas anti-fuego produjo el mayor nivel histórico de áreas incendiadas en la Reserva. Similarmente, las poblaciones locales se vieron amenazadas en sus formas de vida, tanto por la represión de las prácticas tradicionales, como por la alta incidencia de incendios. La negociación de un acuerdo de la gestión de la reserva con las comunidades tradicionales afectadas (conocidas como ‘quilombolas’) han contado con estudios, talleres, intercambios y capacitaciones, lo que ha facilitado la transición hacia un nuevo paradigma. Primero, con la aceptación del fuego como herramienta de protección. Desde 2014, el fuego es utilizado por el equipo de la reserva y por los quilombolas para una variedad de razones, pero con el horizonte común y dialogado de crear un mosaico de regímenes de quema a cada año. Los grandes incendios ya no ocurren, y se observa un ambiente mucho más saludable, con diálogo, aprendizaje colectivo, y reducción de conflictos con las comunidades locales. Estos cambios de manejo han sido incorporados en los instrumentos de gestión, exigiendo debate y aprendizaje por toda la jerarquía institucional, y las experiencias están siendo compartidas con otros equipos, a nivel nacional e internacional.